El día en que yo hable,
sé que cada fusil,
cada bala llevará mi nombre,
se quemarán las postales que guardé en mis entrañas,
y no sabré si estuviste o quiza nunca llegaste a estar
El día en el que hable,
los suburbios serán mis más fieles confidentes,
Seré arruga,
sombra o resplandor
de un vanal contingente,
Quizá al mirarte persiga la muerte,
Un retazo de lo que quise ser,
Veneno de lo misero usual de lo cotidiano,
seré quien jamás quise ser,
nébula en la penumbra,
obsoleto entre lo modernizado.
El día en que yo hable,
Correrán las ratas por tu mente,
Desearás verme abatido,
En el umbral de mi deshaucio,
Pero ya no seré yo,
Seré polvo o suciedad,
habré maltratado los años buscando en algún desván,
pero no me busques más,
habré emergido hacia lo casual
habré trepado hasta el recóndito hueco que tapa mi historia.
Seguiré vagando en tu cama,
más vivo que muerto,
o más muerto que vivo que más dá,
De la certeza de lo inusual,
porque no pierdo nada si juego mi cabeza,
a que mi retirada seré desnudo,
Implacable y fugaz,
al alcance de tus tibias manos
de mi cuerpo corrupto,
de deseos manchados,
De años sin luz que bailarán al olvido.
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